dissabte, 2 de febrer del 2008

John Reed, cròniques revolucionàries


Aquesta setmana he estat llegint 'Hija de la Revolución', un recull de relats i cròniques del mític periodista John Reed. El periodista nordamericà recorre els principals episodis revolucionaris de la seua època, des de la revolució mexicana fins a l'Octubre roig a Rússia, passant per tots els fronts de la I Guerra Mundial i les vagues als Estats Units liderades pel Industrial Workers of the World. Fundador del Partit Comunista Laboral dels Estats Units, Reed fou empresonat, jutjat i censurat. En aquest conjunt de relats l'autor ens porta als pàries de la seua època, treballadors, prostitutes, soldats. I amb una mirada lúcida -molt lúcida- ens aporta retrats d'una època de convulsió revolucionària i d'esperança en el canvi.

Hija de la revolución
John Reed
Ed. Txalaparta

Mensaje de John Reed a nuestros lectores, después del regreso de Petrogrado (1918)

"Rusia bajo el gobierno de los obreros y campesinos, no es en modo alguno lo que periodistas, diplomáticos y negociantes burgueses han hecho creer en Norteamérica.
El mundo, alimentado con mentiras por la prensa capitalista, concibe la república proletaria con una mezcla incipiente de desorganización y tiranía, en la que anarquistas, soldados borrachos y soldados alemanas danzan en una bacanal destructiva.

(...)

Pero hay otra razón más sencilla que da origen a los comentarios de los viajeros que han salido de Rusia en los últimos seis meses. Se alteró la base entera de la sociedad. En Petrogrado, por ejemplo, los que vivian en hoteles no podian conseguir comida, calefacción o luz suficiente; el servicio resultaba malo y los soldados insolentes; había muy pococs autos de alquiler en que viajar, y en los ferrocarriles, un pasaje de primera clase no representaba una garantía a que el compartimento de uno no fuera invadido por una veintena de soldados sucios y sin boletos que sentían aversión por la burguesía. Todo era terriblemente caro.
Mas los obreros en las fábricas, los soldados en las barracas, los campesinos en las aldeas, tenían comida suficiente, calefacción y luz.; raciones bastante cortas, es cierto. Pero aun así muy semejantes a las que los rusos estuvieron recibiendo desde que el zar en su infinita sabiduría, pretensió hambrear a Rusia para malograr la paz en 1916, y la misma cena de dos platos por la que el viajero burgués tenía que pagar 60 rublos en el Hotel d'Europe la obtenía yo en el gran comedor comunal del Instituto Smolny a cambio de dos rublos y medio.
A nosotros nos resulta difícil comprender este Estado bolchevique, ya que el mismo no es una democracia parlamentaria burguesa en la que, teóricamente, cada hombre tiene un voto y, en la práctica, gobierna un pequeño grupo de capitalistas. Es la dictadura del proletariado, de las masas inexpertas y desposeídas del pueblo, cuyo objetivo es arrancarle de las manos a la clase poseedora, por la fuerza y con carácter permanente, las armas de su dominación. En su oposición a este proceso, la burguesía rusa se ha mostrado dispuesta a unirse al propio káiser.
Este proceso me ha enseñado tres cosas:
Que a la postre la clase poseedora sólo es leal a sus propios bienes.
Que la clase poseedora jamás transigirá de buena gana con la clase trabajadora.
Que las masas trabajadoras no sólo son capaces de concebir grandes sueños, sino que llevan en si intrinsecamente la capacidad de convertirlos en realidad."

(pàg. 183 i 187)