dissabte, 13 de desembre del 2008

Economia política de la droga


Yonqui
William S. Burroughs
Ed. Anagrama


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El Parlamento del Estado [Nueva Orleans] promulgó una ley que declaraba delito ser adicto a las drogas".

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Los fumetas no son como los yonquis. Un yonqui suelta el dinero, coge la droga y se las pira. Pero los fumetas no. Esperan a que el camello los invite a unos canutos y a sentarse a para charlar un rato. Y tienes que aguantar todo eso para vender dos dólares. Si vas directamente al grano, dicen que los deprimes porque haces que se sientan miserables. De hecho, un tipo que trapichea con hierba nunca debe reconocer que lo hace por negocio. No, él sólo facilita un poco de hierba a algunos amigos y amigas, una travesura. Todo el mundo sabe que es un camello, pero está mal decirlo. Dios sabe por qué. A mi juicio los fumetas son inescrutables.
Hay muchos secretos comerciales en el negocio de la hierba y los fumetas guardan esos supuestos secretos con una tozudez estúpida. Por ejemplo, la hierba tiene que estar curada, porque, si está verde, raspa la garganta. Pero pregúntale a un fumeta cómo hay que curarla, y te dará una respuesta ambigua poniendo cara de tonto. Quizá el uso continuado de la hierba afecte al cerebro, o tal vez los fumetas sean estúpidos por naturaleza.

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Los fumetas son gregarios, sensibles y paranoicos. Si consideran que hacen que se sientan miserables, no lograrás hacer negocio con ellos. Pronto me dí cuenta de que no podía tratar con gente así y me alegré de encontrar a un tipo que me compró toda la hierba que me quedaba a precio de coste. A partir de entonces decidí no traficar nunca más con ella.

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La hierba no empuja a nadie a cometer delitos. Jamás he visto que nadie se pusiera agresivo bajo la influencia de la hierba. Los fumetas son muy sociables. Demasiado para mi gusto. No puedo entender que la gente que asegura que la hierba induce al delito no exige que se prohiba también el alcohol. Todos los días se cometen delitos por borrachos que jamás habrían obrado así estando sobrios.
Se ha hablado mucho de los efectos afrodisíacos de la hierba. No sé por qué los científicos se resisten a admitir que sea afrodisíaca, y muchos farmacólogos dicen que "no hay prubas en favor de la creencia popular de que la hierba posee propiedades afrodisíacas". Yo puedo asegurar que la hierba es un afrodisíaco y que el placer sexual es mucho más intenso bajo su influencia. Cualquiera que haya fumado buena hierba verificará esta afirmación.

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Se han escrito muchas tonterías sobre los cambios que experimenta una persona cuando se convierte en yonqui. De pronto el adicto se mira en un espejo y no se reconoce. No le es fácil dilucidar los cambios que ha experimentado, porque el espejo no los especifica. Es decir, el yonqui adquiere una especie de ceguera a medida que progresa en su adicción. Por lo general no se da cuenta de que está enganchado. Dice que nadie se convierte en yonqui si tiene cuidado y observa unas cuantas reglas, como, por ejemplo, pincharse un día y otro no. De pronto deja de observar esas reglas pero cada pinchazo extra lo considera excepcional. He hablado con muchos yonquis, y todos coinciden en que se sorprendieron cuando tuvieron el primer cuelgue. Muchos de ellos atribuyen sus síntomas a cualquier otra causa.
Cuando una persona se engancha, todo lo demás carece de importancia. La vida queda enfocada hacia la droga, un pico y a esperar el siguiente, todo está lleno de "material" y "recetas", "agujas" y "cuentagotas". A veces el adicto cree que lleva una vida normal y que la droga es algo accidental. No se da cuenta que las actividades que no tienen que ver con la droga las realiza como un autómata. Hasta que su fuente de suministro no se agota, no se da cuenta de lo que la droga significa para él.

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"¿Por qué necesita tomar estupefacientes, señor Lee*?" es una pregunta que suelen hacer los psiquiatras estúpidos. "Necesito droga para levantarme de la cama por la mañana, para afeitarme y para desayunar. La necesito para seguir vivo" es la respuesta.

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La droga es una manera de vivir."

* William S. Burroughs (1914-1997) publicà Yonqui amb el pseudònim de William Lee l'any 1953.