dissabte, 21 de juny del 2008

'Una derrota de Madrid'



Article del periodista Enric Juliana publicat avui dissabte a La Vanguardia.

España tiene cosas muy raras. Ahora resulta que Madrid pierde la partida en el campo de batalla de la derecha. Sí, en el congreso del Partido Popular el perdedor más significado es Madrid. Se trata de una derrota parcial, por supuesto. Pierde impulso - un poco- como sujeto neocentralizador. Como pretensión oligárquica. Como hegemonía inapelable. Madrid retrocede - unos centímetros- en su papel de 'Madrit', como decimos los catalanes, sabiendo muy bien lo que queremos decir.

Para completar la paradoja, podríamos añadir, bordeando el filo de lo imposible, que en el brumoso magma de la derecha avanza, a trompicones, la espasmódica España plural,de la que el PSOE, versión segundas partes muchas veces no fueron buenas, ha decidido desprenderse. Escarmentados por la constante pérdida de votos en Madrid, Valencia y Andalucía, los socialistas hablan ahora de la 'España diversa'.

De acuerdo, es una provocación insertar el frágil concepto de la España plural en el congreso de un partido que hace apenas un par de años miraba hacia otro lado cuando se fomentaba el boicot comercial a Catalunya a propósito del nuevo Estatut. No, no estamos ante una conversión milagrosa. El PP marianista, que dicen en la capital, el PP versión segundas partes algunas veces fueron mejores, no padece alucinaciones federales.

Mariano Rajoy no tiene visiones. Pragmático hasta la médula, encarga informes. Tiene sobre la mesa los estudios del sociólogo Pedro Arriola, que atribuyen la derrota del 9 de marzo a tres factores: la falta de atractivo de la derecha entre mujeres y jóvenes, y los serios daños que la estrategia de la tensión ha provocado en Catalunya y en el País Vasco.

Rajoy ha asumido el diagnóstico de Arriola, porque es creíble y porque refuerza la idea de que lo que falló en marzo fue la estrategia y no el candidato. Los que piensan lo contrario, a Arriola le quieren despellejar. Junto con el nuncio de la Santa Sede, el cardenal arzobispo de Barcelona y el propio Rajoy, el sociólogo sevillano y senequista ha comprobado estas semanas la visión creativa del ideario católico que tienen en la Cope. Le han puesto a parir.

El marianismo, por tanto, es un frío diagnóstico sociológico. Es una percepción profesional de España. Y también es un carácter. Una incógnita manera de ser. Un amor propio con tracción diésel. Lento de arrancada, pero temible una vez en marcha.

Porque a Rajoy no le querían relevar. Al de Pontevedra le querían humillar. El guión del fallido pronunciamiento del Dos de Mayo - así fue imaginada la operación- exigía una abdicación de alto voltaje. Un retrato goyesco. Fuerte. Una estampa muy madrileña, ejemplar y ejemplarizante: que se entere toda España de quién va a mandar en el futuro, cuando la crisis económica pase factura a los socialistas. Episodios nacionales en versión dura. Versión Arturo Pérez-Reverte.

¿Quiénes iban a ser los heroicos protagonistas del nuevo motín de Aranjuez? La Cope (por lo tanto, el señor cardenal arzobispo de Madrid), el diario El Mundo, la señora presidenta de la Comunidad de Madrid y sus caballeros de la mesa redonda. En definitiva, Madrid. Mejor dicho, una de las cordadas con más voluntad de poder en Madrid.

Rajoy los vio venir y les plantó cara. Ha resistido. Hace un mes nadie daba medio euro por su futuro y ahora le van a votar en masa, porque temen que los sufragios en blanco sean menos que el número de compromisarios madrileños. ¡Toma motín!

Así es, a grandes rasgos, como se ha fraguado el giro centrista del Partido Popular. No es una operación de laboratorio. Es un enfoque profesional. Es el insospechado arrebato de un carácter que parecía apagado (moraleja: nunca hay que despreciar a nadie). Y es una auténtica operación de poder, puesto que en Valencia y Andalucía, los dos principales puntos de apoyo del marianismo, se están fraguando sendas derecha regionales. La nueva confederación de derechas autónomas. La nueva CEDA.

Madrid esta vez ha apostado mal. Y José María Aznar, que cree sinceramente en la necesidad de un centro de España poderoso, lo sabe. Por ello, su gesto desabrido ayer en el congreso. Bueno, también es verdad que a Aznar le puede el carácter. Ahí también hay un relato subjetivo. Pero que conste: Madrid esta vez ha perdido. En la derecha.